"Lo que necesitamos son libros que hagan en nosotros el efecto de una
desgracia, que nos duelan profundamente como la muerte de una persona a quien
hubiésemos amado más que a nosotros mismos, como si fuésemos arrojados a los
bosques, lejos de los hombres, como un suicidio;
un libro tiene que ser el hacha
para el mar congelado que llevamos dentro
."

Franz Kafka


sábado, 9 de mayo de 2009

¿Llegó la gripe?



El primer síntoma apareció al tercer o cuarto contacto que tuvimos, la verdad no lo recuerdo bien y por lo demás duró apenas unos diez minutos que pasaron volando. Peor que la tos intensa y más inclemente que la fiebre mayor a los 38°, la adicción por volver a repetir esos encuentros matutinos y en general de volver a verla, puede convertirse en un verdadero peligro para la salud: lo despoja a uno del presente.

La pérdida de la noción del tiempo y del espacio es el segundo e inmediato síntoma que irrumpió sin pedir perdón. Hace poco, uno de estos días -la verdad no recuerdo cual- anduve vagando por ahí, con la única intensión de topármela "casualmente" y lo único que conseguí fue olvidarme de la hora del almuerzo y dejé plantado por segunda vez a un amigo rebuznador.

Hoy se manifestó lo que creo es el tercer síntoma: ando revisando de cuando en cuando si alguna novedad o noticia suya salta a esta segunda realidad en forma de un correo electrónico o algo por el estilo. Tampoco es que ande prendido a la pantalla, pero confieso que espero alguna manifestación, eso al menos ayuda a afrontar mejor la enfermedad.

Hace unos minutos me lanzaron la vacuna contra esta gripe por la ventana. Ahora me toca enfrentar el peor escenario para el contagiado de estos males: decidir qué hacer con la vacuna. Con la experiencia uno llega a estar avisado de las secuelas que deja esta terrible enfermadad, pero lo cierto es que nadie sabe nunca de antemano si valdrá la pena vivir enfermo pero inmerso en un cántaro de alucinaciones. Porque al menos una cosa sí es segura, vivir sin ellas resulta insoportable.

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