"Lo que necesitamos son libros que hagan en nosotros el efecto de una
desgracia, que nos duelan profundamente como la muerte de una persona a quien
hubiésemos amado más que a nosotros mismos, como si fuésemos arrojados a los
bosques, lejos de los hombres, como un suicidio;
un libro tiene que ser el hacha
para el mar congelado que llevamos dentro
."

Franz Kafka


miércoles, 20 de mayo de 2009

La flojera post mortem




Flojera, ajá, eso es! Flojera es exactamente lo que siento yo también, tecleó extasiada al darse cuenta de que los dos teníamos los mismos síntomas. A partir de ese momento mi ex y yo nos ahorramos palabras para ir directamente al grano. Sin muchos detalles nos contamos nuestras experiencias post separación. Los dos nos sentimos con confianza de decirnos que habíamos salido con otras personas y que nos daba flojera tener que pasar por ese período en el que tienes que conocer a ese extraño.

La verdad me he vuelto más exigente, me fijo en más detalles y ya no atraco así nomás- le puse.
Gracias Eddie, muchas gracias- me contestó.
Gracias ah- agregó al segundo.
Muchas gracias en verdad- añadió a los dos segundos.
Gracias- remató a los cuatro segundos.
¿Por qué me agradeces?, ¿te he lanzado algún cumplido?- pregunté muy ingenuo.

Si me dices que te has vuelto exigente es porque luego de estar conmigo te has dado cuenta de que no lo fuiste para nada al escogerme como enamorada, ¿no?. -Uhmmm, tragué saliva. -No pues lornita, todo lo contrario. Significa que has dejado la valla muy alta para la siguiente y por eso tengo que ser exigente- le respondí totalmente sincero. -Buena salida, esa sí que estuvo elegante- me respondió.

Nos divertimos conversando hasta que nuevamente llegaron los temas que siempre incomodaron. Ella fue quien indirectamente los puso sobre la mesa, pero fue ella también la primera que se quiso levantar y dejarme con la comida servida. Sorteamos el tema y seguimos contándonos todo lo que hacíamos y nuestros planes. Hablar con ella resultó como antes, parecía como si no nos hubiéramos dejado de hablar por meses; eso me agradó. A los minutos me dijo que tenía que irse, al parecer había Abendsparty.

Qué bueno, pensé, a mi ya se me estaba pasando la flojera.

sábado, 9 de mayo de 2009

¿Llegó la gripe?



El primer síntoma apareció al tercer o cuarto contacto que tuvimos, la verdad no lo recuerdo bien y por lo demás duró apenas unos diez minutos que pasaron volando. Peor que la tos intensa y más inclemente que la fiebre mayor a los 38°, la adicción por volver a repetir esos encuentros matutinos y en general de volver a verla, puede convertirse en un verdadero peligro para la salud: lo despoja a uno del presente.

La pérdida de la noción del tiempo y del espacio es el segundo e inmediato síntoma que irrumpió sin pedir perdón. Hace poco, uno de estos días -la verdad no recuerdo cual- anduve vagando por ahí, con la única intensión de topármela "casualmente" y lo único que conseguí fue olvidarme de la hora del almuerzo y dejé plantado por segunda vez a un amigo rebuznador.

Hoy se manifestó lo que creo es el tercer síntoma: ando revisando de cuando en cuando si alguna novedad o noticia suya salta a esta segunda realidad en forma de un correo electrónico o algo por el estilo. Tampoco es que ande prendido a la pantalla, pero confieso que espero alguna manifestación, eso al menos ayuda a afrontar mejor la enfermedad.

Hace unos minutos me lanzaron la vacuna contra esta gripe por la ventana. Ahora me toca enfrentar el peor escenario para el contagiado de estos males: decidir qué hacer con la vacuna. Con la experiencia uno llega a estar avisado de las secuelas que deja esta terrible enfermadad, pero lo cierto es que nadie sabe nunca de antemano si valdrá la pena vivir enfermo pero inmerso en un cántaro de alucinaciones. Porque al menos una cosa sí es segura, vivir sin ellas resulta insoportable.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Reflejos


Négrida

Me vuelco a ti porque te atreves a romper con la parsimonia de los cuentos que nos aburren –no hay finales que a uno lo sacudan-. En ese momento propones. Cruzamos las miradas y aceptamos que lo accesorio se convierte en el único propósito que importa. Entonces dibujas: te elevas, me llamas, me hundes, me jalas y desde arriba me sueltas, te escondes, vuelas, te sumerges y lo callas todo. Y todo lo haces ahí: soñándome impávida. Mientras juegas a mentirme, yo me embriago. Me nublas con esas sonrisas que no parecen sonrisas, que se te escapan o que juegas a que se te escapen. Me vuelves a engañar. Pero yo te sigo feliz, ebrio de engaños. ¿Acaso puede tratarse de algo más este juego?

El mundo entero avanza, pero desde nuestro vagón no se pude distinguir en qué dirección nos empujan. No importa, el mundo es demasiado relevante para nosotros y lo sabemos. Yo atino a cerrar los ojos, se acerca el final. Esta vez nos sacudirá de seguro. Los cierro y el vagón se detiene, se acerca una imagen. Te veo a ti sumergiéndote conmigo: Négrida.