"Lo que necesitamos son libros que hagan en nosotros el efecto de una
desgracia, que nos duelan profundamente como la muerte de una persona a quien
hubiésemos amado más que a nosotros mismos, como si fuésemos arrojados a los
bosques, lejos de los hombres, como un suicidio;
un libro tiene que ser el hacha
para el mar congelado que llevamos dentro
."

Franz Kafka


lunes, 28 de julio de 2008

La cuenta bancaria

Hay noticias que aunque podamos olvidarlas, son capaces de sacudirnos intempestivamente, dejándonos inmóviles y estupefactos por algunos segundos. Es la recepción que uno hace –muchas veces sin consciencia- de algún hecho o información externa con la que no contábamos y que nos coloca en una posición no deseada o inclusive aborrecible, inundándonos en un mar frío que nos sacude el cuerpo y nos recuerda lo vulnerables que en realidad somos.

Dicha noticia puede ser una ridiculez sumamente trascendental dadas las circunstancias, como el hecho de recibir un jalado cuando tu mayor preocupación era sacar un 19 o un 20; muchas otras veces sin embargo, puede ser realmente una noticia que marque un antes y un después en tu vida: que nació la hija de tal amiga, que fulana de tal se encuentra delicada de salud o inclusive que falleció un familiar. Afortunadamente en este viaje no me tocó enfrentar noticias devastadoras, pero cuando menos sí preocupantes.
Nunca olvidaré el día que saqué el estado de mi cuenta en el banco y vi que solo quedaban 150 euros, no sé qué cara habría puesto pero recuerdo que una de las chicas del banco me ofreció un vaso con agua y de paso algunos segundos de distracción gracias al escote divino que llevaba y que estoy seguro resulta más efectivo para recuperar personas de la depresión que cualquier visita al mismísimo Freud.
Al día siguiente salí a buscar trabajo por Münster. Luego de darse cuenta que uno está en la banca rota es sorprendente como un ser humano puede perder la timidez y mejorar al mismo tiempo su fluidez en lenguas que ni siquiera forman parte de la familia de las lenguas romance. Me pasé toda una tarde entrando y saliendo de restaurantes y cafés, algunos de arranque me dijeron que no buscaban meseros por el momento, otros me dijeron que deje mi teléfono y uno que otro se mostraba más interesado en salir a tomar un café conmigo que en darme trabajo. Fue, en fin, toda una odisea.
Antes de conseguir mi actual trabajo recuerdo haber entrado en la desesperación. Lo peor de todo es que al estar en un país que no es el tuyo y el cual no conoces bien, las ideas que se te vienen para hacer dinero enfrentan la dificultad de adaptarse a normas laborales y normas de orden público un tanto estrictas. Un día, sin embargo, llegó mi compañero de departamento del trabajo y me dijo que se iba a ganar dinero con el negocio del vampirismo. Yo no lo dudé ni un segundo y lo seguí con mi bicicleta hasta la clínica donde él suele vender sangre una vez al mes.
Llené miles de formularios, pasé algunas entrevistas y cuando la vida parecía sonreírme nuevamente, una doctora me llama a su escritorio y me dice que, como lamentablemente en el Perú existen algunas enfermedades contra las que los europeos no han desarrollado anticuerpos, no podía vender mi sangre que, dicho sea de paso, es B negativa, la más difícil de conseguir. Y ya me podían ver sentado en ese escritorio tratando de marketear mi propia sangre: que soy B negativo, que me he vacunado contra tales y cuales enfermedades o que vengo donando para diversas clínicas en Perú desde no sé qué año; pero al final, nada funcionó.
Semanas después conseguí un empleo y aunque chamba es chamba, preferiría convertirme en un donador profesional de sangre antes que seguir aguantando el mal genio del viejito con el que trabajo una hora por las mañanas, y los malos modales de la señora que tengo por jefa.

3 comentarios:

M. dijo...

vende tu sangre a distancia!

Anónimo dijo...

cerca de la revolución.
KLM,6pm.

M. dijo...

mono loco
mono con metralleta:
lo que la empresa haga con su publicidad solo le incumbe a ella, carajo!

Judge Posner dixit.